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Recuerdo una idea de Mark Rothko: Un cuadro cobra vida ante la presencia de un espectador sensible, en cuya conciencia se desarrolla y crece. Trabajo desde hace algunos años a partir de proyectos que surgen de las lecturas básicamente de filosofía, así he hablado de la realidad, de la reconciliación, de la percepción y la alteridad. Temas que no son nuevos pero que en la búsqueda quiero recrear con una nueva iconografía que a la vez sea contemporánea. No creo en la ocurrencia pero sí en el accidente durante el proceso de creación, ¿y la pintura? ¿Y la necesidad de decir con el arte?; aunque el orígen es a partir de lecturas, el resultado es la creación de ambientes, composiciones que me permiten hablar de lo que uno vive, entiende. Un cuadro debe ser como un diálogo o una sensación de refresco que los haga sonreír y sentirse bien consigo mismos. Evoco algo adaptado de una frase de Roland Barthes, que dice: la pintura después de la pintura quizás se parezca a este rayo de sol.
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