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Abro el refrigerador, desde el fondo me mira un limón acartonado; es lo único que tengo en el refri, puedo en ese momento percibir el cri, cri, cri, de un grillo en el patio trasero de la casa. Es precisamente ese momento lo que nos une, y lo que nos une es lo diferente que soñamos.

Después cierro el refrigerador y pienso, si de todas formas no habrá nada en el refrigerador, por qué no hacer en pintura lo que me gusta e ir dejando ahí dentro los cuadros, uno por uno, para que cuando llegue a casa y me asome a él, pueda encontrar una serie de alimentos que si bien no me como, puedo verlos las veces que quiera.

Comienza un grandioso desfile de salmones. Los calamares, las cigalas, los cangrejos de Alaska, pulpos. Paso a los animales de caza: venados, liebres, patos, jabalíes. Así, dentro del espejo de Alicia, los gatos me sonríen y los conejos tienen el tiempo para tomar el té.

Día tras día el refri se habita y se contiene en sus grados centígrados, desde el fondo de la cocina me llega el rumor de su batiente motor, enfriando, conservando. Recuerdo un verso de Miguel Hernández, pintada no vacía, pintada está mi casa; lo adhiero a la puerta del refri como un imán a donde llamar cuando nada de lo que lo habita alimenta.

Regreso al estudio, ¿que será lo siguiente que pinte? para habitar el refrigerador, para morar el vacío y su sonrisa de cero grados centígrados. Cavilo, se me ocurre que sería bueno un desayuno en la galería, a la manera de Monet, otro más.

Camino a la puerta, la abro y el sol me recibe. Pienso. Pintar es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un mecánico o un electricista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los cuadros, y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial. La pintura es un lugar del mundo en el que dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando esta conversación y sé de cierto que lo que nos une es lo diferente que soñamos.