Diario Silvestre

A ese para quien todo se ramifica y crece en el vacío y escribe a diario su atmósfera de flores. Aire que le respira, polen que lo sustenta y hace girar el sol. Pétalo de lo ya no querido. Espina que se anota por si llega a olvidarse. A ese que disecciona el tallo de su virilidad con lo más delicado de este mundo: lo que no es y florece al darle trazo al día. Noche abierta en un lienzo, en papel oriental, en el arroz invento de una página en blanco. A ese hay que decirle que basta la raíz para creer en el árbol. En tanto verdegris de tantas hojas ha encontrado su oficio de poeta. La rosa es una rosa es el azor que separa a otras aves de otros cielos: muro pleno de hiedra, levigación del cuerpo entre la tinta. Reptil que nos rodea con sus palabras. Si existe el paraíso es por pintar un árbol y no por la manzana ni quien la haya mordido. A ese le agradezco, por un golpe de dados de su imaginería, conocer el pecado.

Luis Armenta